Hace casi dos décadas que dos amigos registrábamos el nombre de ESTIRPE y depositábamos en él una forma de canalizar toda nuestra rebeldía, nuestra ilusión y un firme compromiso de trabajo futuro, fue nuestra forma de entender la eternidad. Ya ha llovido bastante desde aquello, ha tronado, ha salido el Sol, hemos disfrutado del arco iris muchas veces y también hemos soportado y superado algún que otro cielo gris. Siempre hemos luchado por un cielo más azul, desde que nos inventamos el mundo, pero desde hace algún tiempo no veo esa luz, no la encuentro, o quizá es que no la siento con la misma intensidad. Todo lo que me hacía fuerte ahora me debilita.
Tener un grupo de n componentes es tener n-1 matrimonios, y eso, creedme, es difícil de llevar, aunque en la toma de decisiones se intente ser lo más democrático posible. Esa democracia tutelada, cada vez más bipolar y discrepancias a la hora de enfocar la carrera de la banda a éste y al otro lado del charco han creado últimamente tensiones internas difíciles de encajar. Es normal, cada uno tenemos nuestra opinión, respetable, y a veces, no se puede consensuar todo, lo importante es respetarnos tal y como hemos hecho. Llegados a este punto, el pasado mes de Mayo, hablé con mis
compañeros para transmitirles que prefería dejar el grupo y salvar estos enormes años de amistad antes que imponer criterios y de que el grado de entropía superase niveles irreversibles.
Conservar nuestra relación personal para el futuro es lo que considero más importante. Es cierto que había soluciones intermedias, por derechos legítimos y adquiridos, pero honestamente, no quiero ser yo el que coarte el “modus operandi” de las aspiraciones profesionales de ninguno de mis compañeros. Afortunadamente, nuestra relación es tan buena como siempre y espero que lo sea aún más en el futuro.
No hace mucho reflexionaba sobre el nivel de exigencia de una banda como la nuestra, del desgaste natural de estos años, del sacrificio de unos y de otros, de la dureza de estar lejos de los tuyos durante mucho tiempo, de las recompensas personales y profesionales obtenidas, del grado de convencimiento para el futuro, etc… Pues bien, es posible que no esté igual de convencido que ayer o si lo estoy, no de la misma forma. ¿Por qué? Porque los objetivos no son los mismos, la situación actual no es la misma y las circunstancias personales de cada uno no son las mismas.
Pese a que la decisión estaba tomada desde hacía tiempo he seguido trabajando por y para EstirpE, como siempre, haciendo los últimos shows y el resto de tareas, de forma coordinada y amistosa con mis compañeros. Quiero pedir disculpas a los que consideren que con esta decisión les fallé, lo siento. Y agradecer especialmente a los que me han demostrado una estima loable en estas últimas semanas. Es un orgullo haber fundado con un amigo, desde la adolescencia, una banda de rock como ESTIRPE, haber luchado en equipo para hacerla crecer, para hacernos creer a todos, para vivir tantas experiencias y disfrutar con ello… se cumplió una etapa, fue hermoso, dejo de remar, salto al mar, el barco está en buenas manos, larga vida a EstirpE.
Javier Estévez
